Estamos acostumbrados de manera tradicional y algo peliculera a consultar cartas de vino en los restaurantes para conformar el maridaje mas personal con los platos que vamos a pedir. Esa elección va a permitir que nuestros gustos se unan a las características singulares de cada plato, y juntos nos hagan disfrutar aún más de la comida. En esas cartas encontraremos distintas denominaciones de origen, fases de envejecimiento del vino, tipos de uvas que lo componen y otras características entre las que escoger. Pero… ¿y las cervezas? No son muchos aún los establecimientos cuya variedad en este sentido sea importante, aunque cada días son más los que se deciden a disponer de cartas de cerveza que contienen desde propuestas artesanas a cervezas de diferentes estilos, procedencias o graduaciones, para poder seleccionar la que maridar con nuestra comida.
El maridaje entre la cerveza y la comida nos lleva a “casar” un alimento con un tipo concreto de cerveza para realzar el placer de comerlo. Estamos buscando una armonía perfecta, para lo que podremos elegir cervezas con variantes en el sabor, color y fuerza. La cerveza es cada día mas un universo muy variado y atractivo que pone a disposición de nuestro paladar un gran abanico de posibilidades. Como norma extendida se busca que ni el sabor de la cerveza ni el de la comida sobresalgan uno sobre el otro sino que se complementen, de manera que el equilibrio sea el resultado.
Si vamos a pedir una carne suculenta será importante elegir la cerveza adecuada a tenor del tipo de pieza elegida y de las salsas o especias con que la condimentaremos. Se escogerá una cerveza oscura y de mayor cuerpo para carnes intensas. Pero si la salsa va a ser picante será mejor decantarse por cervezas tipo lager. En una parrillada, por lo general, tienen cabida cervezas con cuerpo, ricas en malta y algo amargas, para ser emparejadas con los gustos ahumados de asados al carbón. Un sabor fuerte será el contrapunto idóneo en todo plato en el que intervenga el humo.
Las carnes rojas se maridan con cervezas rubias, ligeras y suaves, mientras que el buey nos va a pedir el estilo lager dorada. Si en vez de a la brasa la hemos guisado, debemos inclinarnos por acompañamientos de cervezas oscuras de mayor cuerpo. El cordero, por otra parte, va requerir un maridaje distinto según haya sido su cocción, qué especias lleva y otro detalles del cocinado. De esta manera podremos seleccionar cervezas pesadas, desde una cerveza inglesa amarga a una Porter.
Si hablamos de cerdo nos inclinamos por elegir Lager o Pilsen, ligeras y suaves, que nos ayudarán a limpiar la grasa que la carne deje en nuestro paladar. Si el pollo es el protagonista de la velada nos encantará la lager liviana o una Pilsen. Y recuerda que si hemos usado la cerveza en la elaboración podremos seguir bebiendo el mismo tipo en el trascurso de la comida.
Si nuestra comida se compone de embutidos y ahumados se servirán cervezas que compensen los sabores fuertes o las texturas grasas, para lo que seleccionaremos una cerveza suave que nos ofrezca un emparejamiento idóneo. Si los embutidos son cocidos o ahumados buscaremos una cerveza con un poco mas de cuerpo. Los entendidos señalan al chorizo como el embutido que mejor empareja con cerveza, rechazando el vino como acompañamiento de éste.