No es fácil llevar una dieta equilibrada y sana, ya que a diario estamos expuestos a muchas tentaciones en forma de calorías, grasas, alcohol o azúcar. Para devolver a nuestro organismo el equilibrio podemos optar por una dieta depurativa que elimine tóxicos y de camino ayude a bajar unos kilos de más que podamos haber acumulado. Siempre que decidas iniciar este tipo de dietas debes afrontarla con responsabilidad y huir de la radicalidad, que podría poner en peligro tu salud. Claves para conseguirlo:
Incluye al máximo frutas variadas, que contienen mucha agua y fibra por lo que apoyan la acción diurética y el tránsito intestinal, reforzando el trabajo del hígado y del riñón. Te recomendamos especialmente piña, pomelo, papaya, uva, naranja, manzana…
El agua es fundamental. Hablamos de los consabidos 2 litros y medio de agua diarios, pero repártelos bien a lo largo del día.
Hazte fan de las verduras de hoja verde como alcachofa, cebolla, puerro, apio o espárragos trigueros. Aventúrate con los caldos, altamente depurativos.
Nada de grasas malas. Restringe carnes rojas, embutidos, lácteos enteros, mantequilla, los aceites vegetales como el de palma… y sobre todo la bollería y la pastelería industrial. Elige aceite de oliva virgen.
Refuerza la ingesta de fibra, calculando unos 25 gramos diarios que se consiguen con 5 raciones de frutas y verduras, y con cereales integrales.
Para sustituir las carnes rojas elige las blancas con poca grasa, como el conejo, pollo y pavo. Incluye huevos, legumbres y pescado y lácteos desnatados para obtener las proteínas adecuadas.
Ficha en tu equipo a los cereales integrales, fuente de energía mediante hidratos de carbono y vitamina B. Te evitarán el picoteo si ingieres tres raciones moderadas al día.
Hazte batidos de verduras y frutas que te van a saciar, pero tómalos al instante para que no pierdan sus propiedades.
Reduce los excesos de sal, que afecta a los riñones y retienen líquidos, cambiándola por especias, limón, ajo…
Ni el azúcar en sí ni la de los productos que la llevan añadida es buena para tu organismo. Modera el consumo de la primera y vigila la de los segundos. Su presencia te lleva a ganar peso mediante calorías vacías y toxinas que afectan al hígado y los riñones.
En vez de los tóxicos fritos decántate por hervir, por la plancha, por cocinar al vapor o en la olla a presión. Los nutrientes estarán mejor conservados y no habrá calorías extras.
Apúntate al equipo de las infusiones, como las de manzanilla o la cola de caballo. Tus riñones e hígado te lo agradecerán y son excelente tentempié y acompañamiento para cualquier comida.
Reparte tus comidas a lo largo del día sin saltarte el desayuno. Puedes hacer cinco ingestas, incluidas media mañana y merienda.